sábado, 19 de diciembre de 2015

REFLEXIÓN

Día 21 de diciembre de 2015, me levanto pronto para ir a trabajar. Como todos los días mientras desayuno leo la prensa. “Las empresas del IBEX 35 abren con ganancias; Turquía acusa a Rusia de atacar a disidentes Sirios que no pertenecen al ISIS; las compras de Navidad aumentan con respecto al año pasado.”

Termino de desayunar y salgo de casa, hoy me espera un largo día. Es increíble, es invierno pero no hace nada de frío. Dicen los expertos, que este año va a ser el año más caluroso desde que se registran las temperaturas. Creo que llevan varios años diciéndolo.

Cuando estoy llegando al pueblo donde trabajo, veo que en la acera hay un hombre que habla a voces a una mujer que se encuentra en el rellano de la casa. Ella, llora desconsolada y le pide por favor que no le grite. El hombre le ordena meterse en casa y posteriormente él se mete en el coche. La situación ha sido totalmente desagradable.

Entro en mi oficina, antes de ponerme al día con los correos y lanzarme manos a la obra, otro día más, hablo un rato con mis compañeros de trabajo. Hoy vienen alborotados, los dos son del mismo pueblo y conocen a una vecina que se ha suicidado este fin de semana. Parece ser que les iban a quitar la casa por no poder pagar. ¡Qué tragedia! Dice mi compañera. Después de un rato hablando, nos ponemos a trabajar.

A las cinco de la tarde salgo del trabajo, me meto en el coche y bajo a la ciudad. Hoy tengo que hacer unos recados que no pude hacer la semana pasada. Como siempre voy con retraso. Antes de llegar a la ciudad, paro a echar gasolina. Ha vuelto a subir. Antes con cuarenta euros  llenaba el depósito, ahora con cincuenta nunca lo hago.

En la puerta del supermercado me encuentro a una mujer rumana pidiendo dinero para comida. A mi lado pasa una señora con sus hijos pequeños cogiéndoles fuerte de la mano y les anima a ir más deprisa. Pienso que a lo mejor se creen que la mujer rumana tiene una enfermedad contagiosa o algo así. ¡Hay tanta gente estúpida en este mundo!

Cuando vuelvo a mi casa después de hacer la compra, me siento en el sofá y suspiro. Me queda todavía una dura semana. Rápido me doy cuenta de que voy a tener que estar así al menos otros treinta y cinco años más. Luego intento borrar esa imagen de la cabeza y me doy cuenta que debo sentirme afortunado, porque por lo menos tengo trabajo. Debo ser un esclavo contento.
Me meto en la cama y mi último pensamiento antes de dormir es una canción. Una cantinela que no se me borra desde hace unos años de la cabeza. 
“DE NOOOOORTE A SUR, DE EEEEEEEEESTE A OESTE. LA LUUUUUCHA SIGUE, CUESTE LO QUE CUESTE””

El día 21 de diciembre seguirá habiendo explotación, las grandes multinacionales seguirán existiendo, la guerra se cobrará sus víctimas, todavía viviremos en una sociedad consumista, el cambio climático no habrá cesado, el machismo estará igual de patente como también lo estará el racismo y muy probablemente, todavía la gente se suicidará por no poder pagar la casa.


¡¡EL CAMBIO SÓLO LO TRAERÁS TÚ CON TUS ACTOS. EL 21 DE DICIEMBRE SEGUIMOS EN LAS CALLES!!