La inmensidad verde lo empapaba todo, con sus trenzas
colgando. Invadió ese miedo que asoma cuando la belleza en bruto se deja
alcanzar, ese nudo en el estomago cuando aparece la hermosura en su estado
natural. Pocas veces el silencio estuvo tan poblado de sonidos, crujidos y
graznidos. Pocas veces la soledad estuvo tan acompañada. Si los mundos mágicos
existen, este es su cielo, pues no imagino nada tan elegante. Afortunadamente
todavía existe la grandeza, afortunadamente todavía el planeta respira y lo
extraordinario roza la sensibilidad de quien se deja. Un placer conocerte
Laurisilva.
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