viernes, 14 de noviembre de 2014

Impávidos altaneros

Las balas perdidas en los torrentes del azar surcan los golpes,
viran y se tambalean ante las adversidades, pero continúan cabalgando.
El escenario, escarnio anclado a suelo de goma o quizá en latitudes mediterráneas, a cemento armado, es a la vez espectador del baile, baile de sensaciones a veces frustradas.

Los impávidos altaneros se engalanan con sus mejores trajes, intentando demostrar su condición de piojo resucitado. ¡Cuán grande es el coraje de la ignorancia! El tuerto, rey de los ciegos, siempre mira cíclope por encima del hombro, por encima del hombre que tiene a su lado. ¿Inocentes de las barbaridades sufridas? Carcajadas en mis entrañas me produce la frase. Malsonante viaje me trajo a estas costas, donde el pisoteado, pisa aún con más fuerza a su hermano. ¡Adelante! ¡Adelante! Continúen desmembrándose entre ustedes, mientras desde arriba les escupen blasfemias disfrazadas de olor suave.

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