viernes, 14 de noviembre de 2014

Hoguera

Abrazado al marco del recuerdo,
encuentro distante el sabor de terciopelo
que ansiado, acaricia mis labios.
Ese anhelo, que busca salida
entre los pobres adoquines de la cuidad temprana,
aúlla en el fuero interno del poeta,
que delirante lucha contra la hoguera,
pero el fuego en su seno crece.

Avanzo la mañana, y así, cada semana intento no mirar al horizonte
pues recuerda demasiado al azul que mi cabeza no olvida.
Y miro al suelo y continúo, y sólo por la noche levanto la cabeza
para abrir la fuente del perdido, y tallar muescas dobles
que sirvan de aprendizaje y que no se borren,
que fluyan al sentir de la cerveza
y callen, esas voces que en forma de latidos golpes me envenenan.

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