Disputando las palabras de raciocinio
veo inmerso en la garganta la oportunidad
proscrita de herir al adversario.
Toco y enseguida la ponzoña envuelve mi cuerpo.
Toda la fragancia de ira sale expulsada por la inercia
como si años de espasmos presionaran
mi pecho.
Automáticamente me desinflo
y mi elegancia describe una curva que
lentamente viaja hacia el centro de mi ano.
Vergüenza malsonante
castiga entonces mis pensamientos.
Siempre esa bola de ansia estalla
salpicando chispas de cólera
a todo aquel que me rodea.
Color gusano babosa y hedor champiñón podrido,
caracteres inmutables del comportamiento desposeído del
alma.
Fuego y chillidos por dentro,
rocas cayendo, riscos, chubascos y frío.
Después un incesante
frío que lo cubre todo.
El frío que corta mi cuello,
separando la caliente cabeza
del ardiente cuerpo.
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