domingo, 14 de septiembre de 2014

La pasión del salto

Harto, harto de tanta filosofía, de tanto estudio concienzudo sobre cómo actuar. Cientos de artículos y decenas de libros. Análisis críticos sobre circunstancias que atenazan al mundo, a la actividad laboral, al modelo productivo, a las relaciones entre las personas, o al desarrollo de la sociedad en su medio. Pesados debates, milenarias asambleas, panfletos, carteles, discursos, líderes, palabras…

En definitiva, nos hemos empeñado con un fundamentalismo fuera de lo racional, en que la revolución se trata de tratados, fórmulas magistrales, o directrices sacadas de laboratorios universitarios. Nos hemos olvidado de una cosa fundamental, el sistema es de por sí cuadriculado. Los chamanes del capitalismo poseen un aparato de producción intelectual totalmente meticuloso, científico, analítico, y ensayado durante años. Y seguimos pasando por sus puentes, intentando estructurar técnicamente la respuesta.

Compañeras y compañeros, con sus armas no podemos competir. El pensamiento, la ciencia, el conocimiento, la técnica, están al servicio del poder puesto que el poder cuenta con información privilegiada. No somos más listos que todo un ejército bien preparado escrutando los porqués, paraqués, haciadóndes. ¿Por qué seguimos chocándonos contra el muro en lugar de vadearlo?

¿Sabéis de lo que realmente adolece el poder? El poder adolece de sentimientos, no tiene amigos, no ama, no sufre. El poder piensa, pero no siente.

Si las personas que quieren cambiar el mundo, utilizasen menos la cabeza y más el corazón, estaríamos muy cerca del cambio, la utopía se rozaría con la mano.

Creer que es posible, lo hará posible. Millones de personas en todo el planeta creen en un dios diferente, y para esas personas existe. Los niños creen en las hadas, y para ellos las hadas existen. El pueblo cree en sus amos y los amos del pueblo existen. El pueblo no cree en si mismo, y el pueblo no existe.

Tenemos miedo, somos incapaces de lanzarnos al vacío. Impotentes ante la belleza que la vida nos depara. Temerosos de abrazar, de decir te amo, de llorar, de expresar, de bailar, de gritar, de reír. Necesitamos más poesía, más música, más danza, más teatro, más pintura, más cines, más comedia, más magia. No es casualidad que el arte esté siendo vilipendiado cada día más. Nos hace más humanos y eso no genera beneficios. Ante un fuego en los ojos, una bestia se postra a los pies. Una chispa que ilumina capaz de cien máquinas destruir.  


Miles de personas creyendo en el que tienen al lado. Miles de personas creyendo en el cambio. Miles de personas deseando romper los muros. Un sueño alcanzado. 

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