lunes, 18 de noviembre de 2013

Dulce pausa

En la bahía,
la dulce luz caramelo rezuma quietud.
Bañada,
así se encuentra la costa de Santiago el gomero,
entre brisa suave y mar en calma.

Podría,
podría quedar dormido durante un milenio
mirando el horizonte,
suavizando sufrimiento y mala saña,
entregándolos a líneas tempranas.

Mis sueños,
se abrazarían a las damas engalanadas,
de azul inmenso.

Mis pesadillas,
se sumergirían quedando mudas
ante el negro abismo.

Mis ansias vendrían corriendo,
pero suaves, terciopelos,
sin agobios ni celos,
sin rabia que arrebatase
la solemnidad del momento,
perenne instante,
vida al completo.

Como Jonay con Gara
yo esperaría paciente,
a que día y noche se acabaran.
Que el fuego se helase
o se agotase el agua.

Aprender el caminar del tiempo
es un don maltrecho,
en días de no guardar,
de todo nuevo,
días rápidos como destellos,
pero la pausa y el silencio,
son saberes que bebimos
de nuestros ancianos ancestros,
conservados con celo,
en paños de lino hueso.

Estas líneas, estos versos,
escritos sin remedio
a los ojos que han regalado
este sosiego,
aquellos que durante años
acompañaron mis pasos,
aún en distancia,
y que por suerte o por gracia ,
en futuros lejanos,
se cruzarán con mis deseos más fuertes,
y mis más vivos anhelos.

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