viernes, 7 de junio de 2013

Transcurrir

La corriente del continuo aprendizaje
fluye sobre nuestras cabezas.
Pesa la fuerza de su ímpetu
y arrastra a los cuerpos solos,
con esa soledad característica
de lo que emana,
cabalgando entre las olas.

Incesante, el trajín que se desprende
del seno del letargo eterno,
habrá de desembocar
en perpetuidad constante.

Cuestionar el curso
sobre las rocas que afloran,
mientras los remolinos
golpean en la distancia,
parece obra del más necio.

Si es nacer y es morir.
Si fue ayer y hoy vivir.
¿Quién dará respuesta
a la erosión latente?

Cada meandro,
sin presentarse con anticipo,
rompe la monotonía.
Cada cascada
con su peculiar caída,
otro peldaño
que sin más,
 subir
y esquivar fatiga.

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