miércoles, 26 de junio de 2013

Entre naufragio y rutina

Entre naufragio y naufragio quiso despertar
el niño que se hizo hombre. 
Caminó sobre rocas mirando al horizonte
pensando que cada corte, la recompensa traería.
Voló, soñó e hizo lo que se le pedía.
Cada noche se ahogó, con barca de alegría
y anunció los disparos,
aquellos que el fuego trémulo
escondía en el silencio
y que más pronto que tarde,
de la esperanza germinarían

Y cada noche se ahogó…
Cada mañana despertó con fuerza
y recuperó el tramo,  
arrebatado por la corriente, que avanzar impedía.
Enmudeció, se hizo sordo
y ciego a las tropelías .
Esculpió la madera noble, que barcos de lores
describieran sensaciones
y osadías por rutinas.

Así pintó sus delirios
dibujando la realidad que él quería.
Transformó su cuerpo en personaje
y añadió recuerdos con colores,
y alivió melancolía.

Pero cada trazo plasmado,
bebido de ilusión desmedida,
se golpeaba a cada instante
con las olas que el mundo traía.
Despegándole poco a poco
de la búsqueda del cofre
y hundiéndole en islas podridas.

¿Consiguió el muchacho construir,
con sus lienzos y sus líneas,
un buen galeón
que al otro lado de Poseidón
le otorgase vida tranquila?

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