lunes, 29 de abril de 2013

1º de Mayo, que acabe la pantomima



Se acerca el día de los trabajadores y no puedo controlar las náuseas profundas que me entran. Después de tantas luchas, tantas muertes y tantos esfuerzos, vivo en un país en el que conseguir un trabajo parece misión imposible. El derecho al trabajo se ha convertido en el lujo de la precariedad. Un dirigente europeo de cuyo nombre no quiero acordarme, en un programa de cualquier canal basura del cuarto poder, dijo: ”acostúmbrense a paro o precariedad”. Lo que el caballero quiso decir era que nos acostumbrásemos a la desesperación o la esclavitud, pero se vio obligado a utilizar eufemismos.

En un mundo paralelo, nuestros amigos de los sindicatos mayoritarios y alguno más (de cuyo nombre tampoco quiero acordarme), ya se están planchando sus mejores trajes para el día de festejo de la clase trabajadora. Siento una vez más que mis compañeros/as de base de esas formaciones puedan sentirse ofendidos por lo que aquí pueda escribir, pero las náuseas siguen aumentando. Ese día, las cúpulas sindicales saldrán todo engalanadas con sus banderolas, a celebrar el evento, mientras año tras año, han sido cómplices de esta situación en la que vivimos. Disculpen si les asusto, pero les deseo a todos ustedes que ese día les llueva o quizá, que cargue la policía de forma brutal. Repito, no contra las bases sino contra los dirigentes de primeras filas. De todas maneras, no se preocupen, sé, al igual que ustedes, que eso no ocurrirá, pues cumplen de maravilla la función para la que fueron encomendados. Distraer a las masas con paseos, mientras el conflicto social sigue diluyéndose en sus mentes.

Ese día, Señores del Desastre, ustedes saldrán a la calle con sus panfletos a cacarear contra un gobierno también cómplice de la estafa. Pero saben mejor que nadie, que el problema central no es el gobierno en sí, sino en manos de quién están los medios de producción. El problema también se encuentra en cómo manejan esos medios, a quién hacen esclavos para ello y cuáles deben ser los beneficios para los capitalistas. Pero claro, salir a la calle diciendo esas cosas, resulta imposible para ustedes, pues son beneficiarios de las migajas que les dejan. Y ya se sabe lo que dice la sabiduría popular, no tiren ustedes piedras sobre su propio tejado.

Ese día que ustedes celebrarán con la boca llena de palabras bonitas, seguirá aumentando el número de parados y los que consigan trabajo, estarán más cerca de las condiciones laborales del siglo XIX que las que corresponden con la fecha. Ese día seguirá aumentando la desesperación para la clase obrera y ustedes estarán tomando cañas después del paseo.

Afortunadamente, todavía hay trabajadores/as que no han perdido la conciencia de clase y que en esa jornada no celebrarán nada. Saldrán a la calle una vez más a jugarse la vida y la libertad, para intentar no perder las últimos resquicios que quedan de lo que consiguieron luchando sus antepasados. Pero a ustedes lo de jugarse nada, les queda lejos pues son engranajes de la misma máquina.

Señores de la Miseria, ese día no nos veremos las caras pues sus banderas y sus trajes, les impedirá ver a los que estaremos, como cada día, en la cuerda floja. Luchando por un futuro que nos han hipotecado y que no pensamos regalar sin perder los dientes como resultado.

A todos/as los trabajadores/as que quedan con dignidad, les mando mi más cordial saludo y un cálido abrazo. Recuerden que después de la tormenta siempre sale el sol. No serán capaces de matar nuestra fuerza, pues su cobardía se lo impide.

¡Salud y revolución social!

jueves, 25 de abril de 2013

Montaña esmeralda

La poesía ha de acompañarme en mi viaje de reposo
llegando al tesoro, rodeado de azul coraje.

Aquella isla escondida en la falda del mundo
sólo visitada desde su vecina,
ha querido alojar al vagabundo transeúnte
y cuidarlo de la mente maltrecha.

Ilumina mi interior en la distancia
y no es por sol aunque no falta.
Es por la energía que irradia
al acercarse el terremoto de meseta.

No puedo controlar mi impaciencia
y soplaría gustoso y con gracia
la calima que el camino puebla
y observar de esta forma, la esmeralda
joya más verde que todas las de su esfera.
No la veo y estoy inquieto,
sin quererlo me estremezco
aún con el barco anterior en la distancia
que confunde mis nervios en jadeos.

Navegamos todos,
el dolor, la razón y mi inconsciencia,
las ansias por la vida y el miedo,
la solemnidad de mis palabras
y la locura de mis deseos.
No miro atrás pues os llevo
a todos/as en mi cabeza
sin poder olvidar,
los minutos que año y medio llenan.

Pequeña isla, pantera de plata
esperad que ya llega
el tumulto y el viento,
del nocturno poeta.