La situación por la que pasa la población
española es tremendamente grave. Ya se ha confirmado, la banca española
recibirá una inyección de dinero de 100 mil millones de euros por parte del
Eurogrupo. ¿Qué quiere decir esto? Que el gobierno español y por lo tanto, el
pueblo español también, están totalmente sometidos a la voluntad de Europa.
Ya no es sólo los recortes que se van a hacer
y se están haciendo en materia de sanidad, educación y prestaciones sociales. La
situación es verdaderamente más grave. España está totalmente sujeta a los
designios de los mercados europeos. Un
grupo de corporaciones y sus líderes, toman las riendas de las próximas
actuaciones que tenga que llevar a cabo el gobierno español. Hace
aproximadamente un siglo, estas cosas no se hacían así. Para tomar el mando de
un gobierno, había que sacar los tanques a la calle y ejercer el poder por la
fuerza. Ahora ya no es necesario, usar el material bélico, les sale caro. Han
dado un golpe de Estado, sin que nadie se haya dado cuenta. Nadie ha votado las
actuaciones que seguirá el gobierno español a partir de ahora, lo que ocurra a
partir de este momento, está escrito en las agendas de las empresas cotizadoras
en bolsa, agencias de calificación y grandes empresas financieras.
Ahora nos toca mover ficha. Desde hace más de
un año, la población española ha aumentado de manera exponencial su conciencia
y práctica políticas. Han salido miles de personas a la calle manifestando su
descontento con lo que ocurre. Hay asambleas que debaten y emprenden
actuaciones por todo el Estado español. Muchas personas han aprendido de
economía, política, en definitiva están aprendiendo a gestionar sus vidas y a
trabajar en grupo. Pero, ya no es suficiente. Lo siento, la fase siguiente ha
comenzado.
No quiero asustar a nadie, pero esto se
presenta realmente serio. Nos dirigimos sin remedio a momentos verdaderamente
crudos. Entramos en una situación de Estado de Excepción y como tal, hay que
afrontarla. Según voy escribiendo, soy consciente de que las personas que lean
esto, igual que he hecho yo, se dirán a sí mismas, que no puede ser verdad. No es
fácil autoconvencerse de los momentos drásticos, pero cuanto antes seamos
capaces de verlo, antes podremos tomar las medidas oportunas. La gente va a
pasar hambre, no va a tener atención sanitaria, va a aumentar la represión y el
número de presos, va aumentar la presión policial, los jóvenes no van a poder
encontrar trabajo y tampoco van a poder pagar sus estudios, van a aumentar las
personas sin hogar, los crímenes por subsistencia. Nos dirigimos al sálvese
quien pueda.
¿Qué podemos hacer? Primero, perder el miedo.
Todo lo que venga va a ser malo, así que mejor concienciarse. Si todo lo que
venga va a ser malo, será mejor pelear, que tragarse el futuro sin
contestación. Todas las actuaciones deben ir en una dirección, arrebatarles el
poder. Si ellos han dado un golpe de Estado, nosotros tenemos que quitarles el
poder arrebatado. Si nos quitan nuestra soberanía, esa que no teníamos, debemos
recuperarla. Ya no valen manifestaciones, ya no valen caceroladas. A partir de
ahora las cosas se ponen serias y hay que actuar en consecuencia. Estamos
hablando de una revolución. A nadie le gusta, pero es la realidad.
Desobediencia civil. Si no tienes casa, okupa. Si no te atiende el médico, toma
hospitales. Si no tienes comida, proporciónatela. Si tus hijos no pueden
estudiar, gestionemos las universidades. Si te echan de casa, resiste como
puedas. Si te pega la policía, defiéndete. Si no puedes pagar el metro, no lo
hagas. Si no puedes pagar las multas y no tienes nómina, no las pagues.
Desobediencia, rebelión.
Suerte a todas y a todos, nos enfrentamos a
una nueva era. Sólo depende de nosotras/os, cual sea su forma.
Desobediencia, sí. Revolución, depende. Depende, porque aunque estoy de acuerdo en que hace falta cambiar el rumbo que hemos ido tomando en los últimos años aún no me queda claro que una revolución traiga la solución. Sé, por lo poco que te conozco que cuando hablas de revolución, al igual que cuando yo lo hago, ponemos sobre la mesa toda una maleta de ideas y practicas de las que no solo estamos convencidos, sino que en la medida en que avanzamos en nuestras experiencias, intentamos poner en practica. Pero, las revoluciones hasta ahora no han solucionado el destino de quienes más oprimidos se encontraban, no la han solucionado porque han puesto sus vidas en manos de distintas tiranías que tras proclamar la igualdad y el derecho a decidir de las personas sobre sí mismas han asumido que nadie más que las y los elegidos están capacitadas/os para proponer y llevar a cabo las soluciones que se requieren.
ResponderEliminarHace falta una rebelión, estoy más que de acuerdo contigo. Pero una rebelión de conciencia, una rebelión que nos sitúe en la senda del compromiso con quienes más apoyo necesitan, una rebelión que elimine los egos y protagonismos que todas y todos asumimos casi sin darnos cuenta y que acaba por corromper cualquier proyecto/propuesta de cambio (yo sería el primero enteren que tratar de aprender de eso). Es necesaria una rebelión ante la propia lucha una rebelión que enseñe a los grupos de desobediencia que no solo son la avanzadilla de esa revolución, de ese cambio, sino que además tienen la responsabilizar de transmitir lo que saben, de no encerrar sus conocimientos y de propiciar el despertar consciente de cada persona con la que se cruzan.
Cómo me alegran estos post y cómo me gusta intentar debatir sobre ellos ;)
Enhorabuena por la reflexión, seguro que me encontrarás si hace falta luchar.
Totalmente de acuerdo David:
ResponderEliminarEl problema que hay es que hemos cogido mucho miedo a la palabra revolución. De hecho, cuando hablo de revolución, hablo de una revolución integral. No vale de nada generar vanguardias o líderes de protestas, la revolución se organizará de manera horizontal o no será.
Evidentemente no se puede repetir el modelo imperante pero bajo otras máscaras. Cuando hablo de revolución, hablo de desobediencia, de perder el miedo. Llevar las acciones hasta las últimas consecuencias. No digo que estas sean violentas ni mucho menos. Digo, que no podemos tener miedo. Hablo de contestar tajantemente, decir no, es decir no y pase lo que pase seguir diciendo no.
Sé que nos veremos por el camino.
Un abrazo y muchas gracias por tus aportaciones, siempre aprendo con ellas.
Hola Carlos, no desesperes, aunque sean peor que Lucifer, queda esperanza, pero hay que seguir luchando todos unidos. Te recomiendo un documental, cuyo final nos dice que si queremos algo hay que salir a la calle y manifestarnos siempre (cómo último último esta la violencia, eso es cosa mía).
ResponderEliminarLa doctrina del shock
http://www.youtube.com/watch?v=yIhZjEsgsNQ
Muchas gracias Pablo!!
EliminarYa he visto el documental y me parece una obra de arte.
Para nada desespero, no podemos. En estos momentos de ruina, hay que conservar la esperanza y la mente fría. Y con respecto a la violencia, no he hablado de ella. Cada persona según sus circunstancias tendrá que actuar como sepa y pueda. Lo que digo es que debemos ser tajantes y rebelarnos de verdad. Rebelarse, por ejemplo, si no tienes una casa es okuparla (no a cualquiera, si no, por ejemplo las miles de casas que tienen los bancos), aunque puedas entrar preso por ello.
A lo que me refiero es a no tener miedo a lo que va a venir y actuar en consecuencia.
Gracias por comentar, es un placer debatir entre todos y así construir una alternativa.
Un abrazo
Yo sabía que lo que tú querías decir es que debe haber una revolución pacífica, pero quería dejarlo claro. La revolución debe venir, porque no es normal lo que esta sucediendo. Esto lo están provocando a propósito, nos hunden deliberadamente, y lo peor es que parece que nuestros gobernantes están absolutamente de acuerdo. La revolución no tiene porque implicar un cambio radical de sistema y de todo, por supuesto que el sistema tiene que reformarse, pero el mayor problema del sistema no es el sistema en sí mismo, si no las personas que lo gestionan y manejan.
ResponderEliminarToda la razón, no hay que tener miedo. Hay que seguir.
Un placer debatir Carlos!!
Un abrazo!
Ahí no estoy de acuerdo contigo Pablo.
EliminarPara mi el problema sí que es el sistema mismo. No se puede reformar un sistema injusto. El sistema que tenemos está hecho para que el dinero sea quien lo gobierne todo. Las leyes del mercado se basan en el egoísmo, por eso tenemos que cambiar el sistema. Si cambiamos a los gobernantes, por muy buenos que sean, terminarán corrompiéndose por el dinero.
Te pongo un ejemplo, que quizá pienses exagerado, si yo soy un gran empresario que va a ganar mucho dinero montando un hotel en una costa protegida y tú eres el alcalde del pueblo que me tiene que autorizar, ¿no voy a hacer todo lo posible para conseguir tú aprobación? Y tú, si tienes dos opciones, tener problemas con una gran corporación hotelera o ganar dinero y encima ponerte la medalla de "crear puestos de trabajo" aunque sea fastidiando la costa, ¿no va a ceder a la tentación?
Como digo, mi parecer es que el sistema es injusto y hay que cambiarlo, pero es sólo mi parecer.
Un abrazo y a ver si nos vemos y lo discutimos con una cervecita, jejej
Los arboles para colgar politicos, estan todavia verdes
ResponderEliminarjajajaja, y bien crecidos
EliminarMuy buenooo!!!
ResponderEliminarMuchas gracias!!
EliminarEs un placer que contacte conmigo, para lo que quiera o necesite, ya sabe donde encontrarme.
Un saludo