sábado, 4 de febrero de 2012

La condena de los luchadores


Hay personas que viven día a día con esperanza. Pero a veces, esas personas ven frustradas sus ansias, sus deseos, sus anhelos. Y no deben confundir la esperanza con testarudez. Hay cosas, que simplemente son imposibles y los soñadores deben, a veces, ser realistas. Por su propio bien. La esperanza es buena, hace llevar la vida con alegría. Es una buena compañera en el camino que recorremos. Pero si se confunde, puede ser la peor enemiga. Uno, no se puede dar cabezazos contra la pared todos los días. Uno, no debe vivir de una fantasía. El mundo es como es, y asumir la realidad es necesario. No podemos pretender llegar a donde no llegamos, ni buscar lo que no existe.

Hay días tristes para los potadores de esperanza. Momentos, en los que eres consciente de tus dificultades, de tus carencias, de la incapacidad de realizar tus sueños. Esos días, los soñadores, se esconden en un rincón oscuro y lloran. Lloran por tener sentimientos. Lloran por no comprender una realidad fea o injusta. O simplemente, una realidad que no se ajusta a las expectativas. Hay días tristes en la vida de los luchadores. Hay días que quieren ser personas normales. Pragmáticos con el mundo que les rodea. La esperanza a veces es una carga.

Cuando esas personas sufren un golpe en sus objetivos. Cuando encuentran la respuesta que no buscaban. Deben no confundir el deseo con la capacidad. No deben confundir la meta, con una vida de miseria. Con una vida proscrita encerrada en un sueño que se transforma en pesadilla. Hay veces que por desgracia, ni las ansias más fuertes rompen los muros de cemento y ladrillo. Esos soñadores, se ven suspendidos en un camino perdido a ninguna parte. En un viaje inesperado sin retorno.

Si no hay solución, no hay esperanza. Pero, la no esperanza, no está en la forma de entender de los libres. De los enfermos del optimismo. Entonces, por lo menos, deberán descansar en su lucha. Deberán postergar sus anhelos. Invernar los deseos y dejarlos aparcados.

La realidad es dura y más dura es cuando no se conoce. Hay que despertar y seguir adelante. La esperanza es una forma de vida, no se puede dejar de creer. Pero hay que saber utilizarla. Aprender a vivir con ella sin sufrir por ello o sin sufrir demasiado.

Si no hay solución, no hay esperanza. El dolor de estas palabras me abruma, pero más me confunden las ganas y las ansias. 

1 comentario:

  1. A mí siempre me gusta pensar y decir que estoy condicionado por un millón de cosas, condicionado incluso por el mundo en que me ha tocado vivir y el cómo, pero nunca determinado. La diferencia es que como dice Freire, en tanto que somos seres condicionados por nuestro entorno existe la posibilidad de cambiarlo y transformalo, mientras que la determinación nos lleva al vacío de esperanza del que hablas. Genial este post y tiene buena pinta la nueva sección ;)

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