lunes, 4 de julio de 2011

Gracias muertos.


La dolencia de una lucha descarnada
es siempre supeditada
a la alegría que otorga la fuerza,
la fuerza de la razón

Los sinsentidos de una sociedad de plástico
no dejan ver debajo,
el manto aún no roto de los encantos
que son siempre tantos
de las ilusiones y energías
de una juventud que se creía perdida
y que protesta y comparte
desde  lo más profundo de su corazón.

Ahora más que nunca
el manto ya no está roto.
La lana entretejida, forjada con sangre derramada
durante siglos salpicada,
que sembraba desazón,
nos ha llenado los ojos de lágrimas
sabiendo que no es en vano
que aquellos, nuestros hermanos,
murieron porque sabían
que llegaría el momento
en el que tuviéramos la alegría
de darles la razón.

Gracias muertos, porque nos habéis dado la esperanza.
Gracias campos sembrados
ya hemos recolectado
vuestros frutos con dolor cultivados,
son ahora nuestros, nuestros del pueblo
No pensamos abandonar, ahora que estamos tan cerca
que no tenemos miedo
porque seguimos sabiendo
que nuestras carnes y nuestros huesos
serán por siglos cosechados
como frutos de dioses dorados
por conseguir un mundo mejor.

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